Nuestra historia familiar

Corrían los años 50 de una España empobrecida cuando comienza nuestra historia. Nuestro abuelo Vitorino trajo la primera vaca de leche a la comarca. Poco a poco, con esfuerzo y tesón, fue creando una pequeña ganadería, mientras lo compaginaba con las labores del campo y la vida familiar. También era tratante de ganado, lo que le llevó a desplazarse por la Cornisa Cantábrica vendiendo y comprando vacas. Gracias a su trato amable y cercano, también hizo grandes amistades a su paso.

Para entender esta historia familiar hay que retroceder casi ochenta años atrás, cuando la España de la época contaba con transportes muy lentos que podían alargar los viajes días, incluso semanas. Nuestro abuelo Vitorino fue, por tanto, un pionero en su pueblo.

Sin embargo, no fue el único, alguien tenía que quedarse a cargo de las vacas lecheras, el campo, la huerta y las labores de la casa. Esta labor silenciosa y admirable la desempañaba nuestra querida abuela Wilfrida. Nosotros solíamos llamarla Ubil, uno de esos nombres cariñosos con los que acuñamos a los abuelos y que solo entendemos los nietos. Sin duda, ella fue la todoterreno que sacó adelante a un rebaño de siete hijos. Wilfrida cocinaba y limpiaba cada día, lavaba a mano la ropa en el río, cuidaba las tierras (eliminando a mano las malas hierbas, por ejemplo), alimentaba y ordeñaba al ganado… y seguro que se nos escapan cosas.

Con el paso de los años, nuestra historia familiar fue cambiando y los hijos fueron asumiendo funciones. En 1981, Ángel, el primogénito, decidió emprender dando servicio a los ganaderos de la zona y ayudando al manejo del ganado. Posteriormente, sus hermanos fueron incorporándose y desarrollando el negocio hasta que, en el año 2015, iniciamos el proyecto de quesos LaVega, nombre que recibe la zona donde se elaboran, la vega del río Carrión. Ahora, si algo tenemos claro, es que tenemos que hacerlo por lo menos tan bien como lo hicieron nuestros abuelos Vitorino y Wilfrida.