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La pasteurización es un proceso de calentamiento que se utiliza para destruir los microorganismos dañinos presentes en los alimentos y bebidas. De esta manera, calentamos los productos a temperaturas específicas durante un tiempo determinado para evitar intoxicaciones alimentarias y posibles enfermedades gastrointestinales.
La pasteurización fue descubierta por el científico Louis Pasteur a mediados del siglo XIX. Él descubrió que al calentar un producto líquido a una temperatura cercana a los 60 grados Celsius, durante unos minutos, podía protegerlo de la contaminación. Gracias a este descubrimiento, las personas empezaron a consumir productos líquidos más seguros, como la leche con la que hacemos nuestros quesos.
En el caso de los quesos, la pasteurización se lleva a cabo a una temperatura de aproximadamente 70 grados Celsius. Esta temperatura es lo suficientemente alta como para destruir los gérmenes y bacterias nocivas, pero no tan alta como para dañar los nutrientes esenciales. Este proceso tiene una duración de alrededor de 30 minutos y garantiza que sean seguros de consumir, así como prolonga su vida útil.
Los quesos pasteurizados son recomendables para todos los amantes del queso, pero especialmente para aquellas personas con un sistema inmunológico débil. En este sentido, son alimentos seguros para los bebés y los niños pequeños, las mujeres embarazadas y los ancianos.
